martes, 16 de octubre de 2012

El equipo más duro del mundo

No, no voy a hablar de Pepe. Hoy se trata del hermano ovalado del futbol, el rugby. Y en especial del equipo de rugby de ex alumnos del Stella Maris, un colegio de Uruguay, en los años '70.

El accidente

Hace 40 años, el 13 de octubre de 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Area uruguaya se estrelló en Los Andes camino de Chile, donde la selección charrúa se enfrentaba a la chilena. El vuelo paso a llamarse El Milagro de los Andes, así que se pueden imaginar que lo hay ocurrido escapa de lo normal.
En dicho vuelo de las fuerzas aéreas militares viajaban los 40 jugadores del Old Christians, un equipo estudiantil. Ya en la noche del 12 de Octubre, el piloto del avión se vio obligado a hacer un aterrizaje de emergencia en Mendoza, Argentina, debido al mal tiempo.
La tarde siguiente partieron destino Santiago, aun con el tiempo un tanto inestable. Tanto es así que al llegar al espacio aéreo controlado por Santiago, y debido a los fuertes vientos en contra, descendió más de 1000 m. adentrándose en una gran nube mientras aún sobrevolaban las montañas del Paso del Planchón en Chile. Tras atravesar varios pozos de agua, descendieron otros 1500 metros hasta acercarse muy peligrosamente a las montañas. En ese momento, el semblante de joda de los jugadores cambió de golpe. En el momento en que la niebla de abrió, lo único que los comandantes pudieron ver era una colisión inminente con la el farallón al final de los riscos. El comandante fue capaz de salvar el primer escollo, pero poco después acabo perdiendo el ala derecha y la cola. En ese momento perdió varia filas y 5 personas, que iban atadas a sus asientos. Otro choque les hizo perder el ala izquierda y el grueso de avión quedó a modo de proyectil deslizándose por una ladera nevada y  frenando en un banco de nieve. El fuerte golpe del morro contra la nieve hizo que el tren de aterrizaje comprimiera hacia atrás la cabina de mando, atrapando a la tripulación con el panel de mandos. Los pasajeros fueron despedidos hacia delante, quedando atrapados entre ellos mismos y los asientos muriendo bien por asfixia o bien por traumatismos ocasionados por la colisión.
Milagrosamente algunos salieron ilesos o con magulladuras leves. Marcelo Pérez, capitán del equipo, reunió prontamente a todos los supervivientes e intentar ayudar a aquellos que habían quedado atrapados o estaban heridos de gravedad y preparase para la noche. Consiguieron dar con el copiloto que les informó de su posición y pidió que le disparasen para ahorrarse el sufrimiento. no ocurrió así, y murió al amanecer de forma agonizante.

Así quedaron los restos del fuselaje del avión


La agónica espera de un rescate

Si el accidente y ver morir a sus compañeros no fueran suficiente, ahora llegaba lo más difícil para los supervivientes, esperar a ser rescatados. Y no fue tarea fácil. Eran 28 el total del supervivientes, aunque una moriría a los 8 días. El resto tuvo que soportar temperaturas de entre -25º y -40º. La suerte estuvo en que entre ellos se encontraba un estudiante de medicina, Roberto Canessa que se erigió en héroe fabricando todo tipo de utensilios para contrarrestar el frío - guantes hechos del forro de los asientos, botas con los cojines y gafas con los cristales tintados para evitar congelarse. Para evitar la hipotermia, se daban masajes circulatorias e intentaban mantenerse cerca a la hora de dormir. Al undécimo día, los supervivientes oyeron por una radio a pilas que la búsqueda había quedado  cancelada. El 29 de Octubre, 16 días después de la tragedia, un alud se ceñía sobre ellos sepultando los restos del avión junto a los que dormían en él. Sólo un joven pudo salvarse de dentro del avión. 8 personas murieron sepultadas por la nieve pese a los esfuerzos de rescate de este joven. Los que estaban dentro del avión sepultado, consiguieron abrir un agujero hacia el exterior por donde les entraba el oxígeno suficiente para respirar. El mes de Noviembre se cobró a las 3 últimas víctimas, muertas por gangrena de las heridas sufridas. El total de víctimas ascendió a 29.

Antropofagia - el único método de supervivencia

Pero los supervivientes carecían alimentos. no había vegetación o animales de los que alimentarse, con lo que llegó el momento más duro - debían comerse a sus compañeros muertos si no querían morir de hambre. Muchos se opusieron, pero pronto se dieron cuenta de que era el único modo posible de no morir de inanción. Para evitar más conflictos éticos-morales de los normales, decidieron que nadie comería restos de familiares cercanos ni de pasajeros de sexo femenino. Gracias a estos actos de canibalismo lograron sobrevivir 72 días. Intentaron comunicarse vía radio. Incluso fueron en busca de las baterías de la radio que se encontraban 2 km más arriba, en la cola. Pero un cortocircuito estropeó por completo la radio. Cerca de la cola encontraron dos cadáveres más atados aún a sus asientos. Las bajas temperaturas permitieron que la carne se conservara e impedía el desarrollo de infecciones.

El rescate

A comienzos de Diciembre, los primeros rayos de sol del verano austral consiguieron derretir la nieve que cubrían el fuselaje del avión. A mediados de mes, 3 de los pasajeros deciden ir en busca de ayuda, una vez la temperatura exterior acompaña. Sin embargo, un error casi fatal había ocurrido. La posición donde creían estar era errónea. La tripulación pensaba que ya se encontraban en el lado chileno de los Andes y así se lo hicieron saber a los pasajeros antes de morir. En realidad estaban aún en suelo Argentino, a 21 km de un hotel de montaña que podría haber supuesto el final de la búsqueda y del rescate.
10 días después de partir rumbo al poniente y tras 55 km a sus espaldas, uno de ellos se lesiona por lo que vuelve a los restos del fuselaje dejando su ración de carne para los demás, pues vieron que iba a ser una caminata más dura de lo pensado. Los otros 2 llegaron a un río que no consiguieron bordear, con la carne que portaban ya en proceso de descomposición por las altas temperaturas y con uno de ellos indispuesto. Pero para su sorpresa, vieron al otro lado a un huaso chileno. Los intentos de comunicación fueron fútiles pues el fragor del río lo impedía. Desde el otro lado, el huaso puso sobre una piedra hoja y lápiz y se las envió por el río. En ella escribieron:
"Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Hace 10 días que estamos caminando. Tengo un amigo herido arriba. En el avión quedan 14 personas heridas. Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos cómo. No tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar arriba? Por favor, no podemos ni caminar. ¿Dónde estamos?”
El huaso entendió el mensaje y fue en busca de ayuda. El mando más próximo estaba a 10 horas de marcha del lugar, pero consiguió llegar y pedir ayuda de los Carabineros de Chile. Dos helicópteros llegaron al lugar y, guiados por los 2 supervivientes que contactaron con el chileno, llegaron al lugar donde se encontraba el fuselaje del avión junto al resto de los 14 supervivientes. Desgraciadamente no todos pudieron ser evacuados al momento, pues se excedía el peso máximo de los helicópteros, con lo que algunos tuvieron que hacer noche una vez más en las montañas acompañados por miembros del servicio aéreo de rescate (SAR).
Una vez llegados todos a Santiago, fueron llevados de inmediato al hospital y empezaron a contar todo lo sucedido. Aunque en un momento negaron los actos de canibalismo, tuvieron que reconocerlo cuando dos periódicos chilenos publicaron las fotografías de los cadáveres cercanos a los restos del avión.

Finalmente fueron 16 los supervivientes, aunque tan solo 5 eran jugadores del equipo. Todos ellos entre 19 y 25 años, salvo el primo de uno de los jugadores que tenía 38, su mujer había muerto en el accidente.

El partido

Al año de la tragedia se creó la Copa de la Amistad que ha enfrentado a los supervivientes del Old Christians uruguayo y el Old Grangonian chileno, equipo al que debieron haberse enfrentado en 1972. Como conmemoración del 40 aniversario se realizaron actos de homenaje a los que acudió también el arriero chileno que hizo posible su rescate, Sergio Catalán, de 90 años.

Foto de los supervivientes con Sergio Catalán

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