Este domingo se celebra la festividad judía de Purim, festividad que conmemora la salvación del pueblo de judío exiliado en el Imperio Persa. En ella es costumbre realizar fiestas de disfraces y una comida (Mishté Purim) donde no falte el alcohol, ya que es casi un deber emborracharse y estar feliz en esta fecha. También se acostumbra dar donaciones a los pobres, enviar regalos a amigos y seres queridos y leer 2 veces (mañana y noche) el Libro de Esther.
De acuerdo a este libro, que aparece en la Biblia, el ministro del rey Ajashverosh (identificado como Jerjes I 'El Grande'), Hamán, tenía un profundo odio hacia los judíos y que embaucó al rey para que firmase el Decreto de Exterminio de todos los judíos del reino. Finalmente, la salvación llegó gracias a dos personas. La reina Ester, que con la confesión de su origen judío logro convencer al rey para derogar el decreto. Y Mordejai, a quien el monarca le estaba profundamente agradecido por destapar una trama que atentaba contra su vida años atrás y cuya hazaña le fue recordada poco antes de la ejecución del decreto.
Mucho se ha escrito acerca de los llamados 'Códigos de la Biblia'. Personalmente, no soy un gran fan. El conteo de lineas, letras y palabras me parece demasiado aleatorio. Sin embargo, el código escondido en el Libro de Ester es ciertamente interesante a la par que desconcertante sobre todo por la conexión con los juicios de Nuremberg.
De acuerdo a tradición bíblica, el ministro Hamán hizo un sorteo para decidir qué día y qué mes se ejecutaría la "solución final". La fecha elegida fue el 13 del mes judío de Adar. Finalmente, dicho día no significó el exterminio del pueblo judío, sino la muerte de los hijos de Hamán —quién había sido previamente colgado en la horca que él mismo preparó para Mordejai— junto a unas centenas de personas que habían atacado a los judíos en la ciudad de Shushan y en otras partes del imperio. El rey le comentó lo sucedido a la reina Ester y le preguntó si tenía alguna petición. Sus petición fue: "permite que los judíos de Shushan puedan seguir defendiéndose mañana y que los 10 hijos de Hamán sean ahorcados"...Sin embargo los hijos de Hamán habían muerto el día anterior, ¿Qué pretendía Ester?¿Ahorcar cadáveres? Ciertamente, no tiene mucho sentido dicha petición si lo vemos desde un punto de vista literal.
La tradición explica que a veces hay un mañana que es presente, y hay un mañana que es futuro También explica que los hechos recopilados en la Biblia tienen relevancia para el futuro, y que todo evento que fue registrado en ella es una señal de lo que le ocurrirá a futuras generaciones. En el capítulo 9 del libro, observamos una diferencia en la grafía de ciertas palabras. En concreto 10 palabras, que son los 10 hijos de Hamán. En rojo se ven 3 letras que son más pequeñas que el resto, y una más grande. Siguiendo las reglas de la Gematria, por la cual a toda letra del alfabeto hebreo le corresponde un número, observamos que las letras pequeñas forman el número 707 (400+300+7) y la letra de mayor tamaño corresponde al número 6.
Todo esto parecía carente de sentido hasta octubre de 1946. fecha que corresponde con el año 707 del 6º milenio (5707), del calendario hebreo. ¿Qué sucedió aquel día? 10 de los 11 condenados a muerte en los juicios de Nuremberg fueron ahorcados: Ribbentrop, Keitel, Kaltenbrunner, Rosenberg, Frank, Frick, Streicher, Seyss-Inquart, Sauckel , Jodl y Bormann. El único de los condenados que no fue ahorcado fue Hermann Göring, que se suicidó en su celda antes de que se llevara a cabo la sentencia. Casualmente, los hijos de Hamán también eran 11. 10 varones y una hija, que se suicidó al no soportar la vergüenza de saber a su padre paseando a caballo a su odiado Mordejai por decreto real. En el capítulo 6, vemos como Hamán llegó a su casa tras el paseo, cabizbajo y en duelo (por su hija).
"Mordejai regresó a la entrada del palacio, pero Hamán se apresuró a irse a su casa en duelo y avergonzado"
Para muchos esto seria un mera coincidencia numérica (10 hijos varones + 1 mujer) si no fueran conocidas las tendencias femeninas de Hermann Göring, de quien se dice, vestía vestidos de seda y bailaba con los camareros durante sus estancias en el hotel Ritz de París según relataba el antiguo editor de Ernest Hemingway, A. E. Hotchner a Vanity Fair (pág 4).
Pero sin duda, si algo sorprendió a propios y extraños aquel 16 de octubre de 1946, durante la ejecución de los condenados, fueron las últimos palabras de Julius Streicher, editor de unos de los periódicos más importantes de la Alemania nazi y que contribuyó en gran manera a la propaganda. Mientras le conducían a la horca gritó Heil Hitler! y al llegar a la misma grito: Purimfest 1946.
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