"Ella, la que se paró a nuestros padres y a nos, que no una vez solamente se paró sobre nos para atemarnos, salvo que en cada generansio y generansio parante sobre nos para atemarnos, y el Santo Bendito El mos escapa de sus manos"
Esta semana, y durante 8 días se celebra la festividad judía de Pésaj. Esta festividad viene para conmemorar la salida del pueblo judío de la esclavitud a la que fueron sometidos en Egipto bajo mandato del Faraón Ahmoses I.
Sin embargo, y aunque existe una obligación de contar a nuestros hijos la salida de Egipto y alargarnos en la historia, debemos adentrarnos en una dimensión más profunda para entender verdaderamente de que va Pésaj.
La prohibición principal de esta festividad es la prohibición de comer alimentos leudados (fermentados con levadura) que contengan uno de estos 5 cereales: Trigo, cebada, centeno, espelto y avena. En su lugar se toma la matza también llamada pan ácimo o pan de la pobreza. Y es aquí donde reside la enseñanza de esta festividad: no se prohíben estos cereales, sino la unión de estos cereales con levadura.
La noche de antes de Pésaj, se realiza una búsqueda simbólica de toda sustancia leudada (hametz) que queda en la casa. La costumbre es que alguien esconda 10 trozitos de pan envueltos en papel de periódico y repartidlos entre las habitaciones de la casa, y después el padre de familia los recoge para quemarlos a la mañana siguiente. Este hametz representa a nuestro ego. Al igual que la levadura hincha al trigo y hace parecerlo más grande de lo que es, así ego con la persona. El judaísmo siempre hace especial incapié en esta característica. Según Maimonides, la excelencia se encuentra en el termino medio. Uno debe siempre intentar equilibrar todas sus cualidades, pero hay una de la que el famoso filósofo dice que el hombre debe alejarse, y ella es el ego. La forma de eliminar el hametz es poner patas arriba la casa para limpiar cada rincón y rincón. De forma similar, el hombre también debe mirar en cada rincón de su interior y quemar todo aquello susceptible de leudar. No es el alimento lo que esta prohibido, sino su mezcla con la levadura. No es la persona la que debe desaparecer, sino su ego.
Pésaj representó el paso de los judíos de la esclavitud física a la libertad. Liberándonos de nuestro ego, conseguiremos liberarnos de una esclavitud aun más fuerte. Una esclavitud impuesta por nosotros mismos y por la sociedad. Si no viviéramos tan dentro de nosotros mismos, si no buscásemos ser perfectos a ojos de los demás y vivir de acuerdo a las expectativas de los otros, si, en definitiva, dejáramos atrás el conflicto entre el yo real y el yo ideal o el yo obligado. La teoría de la discrepancia del ser de Higgins muestra que la autoestima de una persona se ve afectada por una discrepancia entre los yo. En el momento en el que nos damos cuenta de que no somos lo que nuestro ego nos hace querer ser o lo que nuestra ansia de reconocimiento a ojos de la sociedad nos dicta, nos venimos abajo, nos deprimimos. Y esta depresión es el mejor alimento para el ego, creándose un círculo vicioso difícil de cortar.
Si algo podemos aprender de esta fiesta es a reducir nuestros aires de grandeza. No es malo tener ambiciones en la vida, pero tenemos siempre que mantenernos proporcionados e intentar adaptar el yo ideal y el yo social al real y no viceversa. Saber quienes somos realmente, sin la levadura, y aprender a querernos.
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